sábado, 23 de junio de 2007

La sed de lo absoluto


LA SED DE LO ABSOLUTO

Entrevista concedida en exclusiva por José Corredor-Matheos a Luis Luna con motivo de su consecución del Premio Nacional de Poesía, y que fué editada en el Blog de Escritores en el año 2005.


Luis Luna.- Ha publicado usted más de catorce poemarios desde que apareciese en 1953 Ocasión donde amarte ¿cuáles son las búsquedas que animan e impulsan esta cuantiosa obra poética?
José Corredor-Matheos.- No se trata exactamente de una búsqueda, sino de respuesta a un estímulo o un impulso, aunque, de todos modos, es muy difícil poner nombre a esas instancias. Creo que hay un estímulo, un impulso, o acaso una búsqueda que, si existe, es involuntaria, que es profunda, básica. Y otras menores o derivadas de ella. Pero no me atrevo a definir esa primera. Acaso el asombro ante la existencia y la realidad. Eso, que está en un inicio, y otra razón-sinrazón, que corresponde al final o, mejor, a un camino que es ya un objetivo sin fin. Puede ser incertidumbre, ansiedad, gozo, el amor en su sentido más general y en lo concreto, un temor y, resumiéndolo todo, sed de absoluto. Esta sed de absoluto estaba ya en mis primeros poemas, escritos cuando tenía quince años y que se parecen a los de los últimos treinta años.
L.L Parece que el “despojamiento” es capital en su obra, ¿cómo le afecta ese despojamiento a la hora de crear?
C-M Ese despojamiento, supuesto o real en alguna medida, no me afecta especialmente a la hora de escribir. Surgen generalmente así y afecta, sobre todo, a la hora de corregir.
L.L Hablando de temática, ¿qué influencia ha ejercido la Naturaleza en su obra?, ¿se siente usted discípulo, en cierto sentido, de ella?
C-M Creo que la naturaleza es fundamental en mi poesía. Tengo recuerdos en este sentido de mis primeros años en Alcázar de San Juan donde nací, y posteriormente, de Villanueva y la Geltrú, donde pasé el resto de mi infancia, ante el mar. La naturaleza, la siento, sobre todo en ciertos momentos, como algo no distinto a mí. Todo, seres vivos o inanimados -vivos de algún modo también- somos parte de ella. Pero más que discípulo de la naturaleza me siento hijo y hermano. Los animales me gustan muchísimo, siento pasión por los perros, sobre todo, y por los pájaros, y todos en general me atraen. Y salen a menudo en mis versos. Los árboles son también importantes para mí. En el jardín de una casa en la montaña, cerca de Barcelona, donde pasábamos los veranos y muchos fines de semana, me hacía la ilusión que mantenía un diálogo con un sauce. En Barcelona voy a menudo a ver el mar y a sentarme un rato en el umbráculo del Parque de la Ciudadela. Si podemos decir de algo visible que es sagrado, esto es aplicable a la naturaleza.
L.L Uno de los componentes más valorados en sus poemas es la adecuada utilización del silencio, ¿qué valores otorga éste a su escritura?
C-M No puede aparecer la poesía sino en silencio. Recogido en ti mismo, se diría que lejos de la realidad, precisamente porque estás más dentro de ella. El ruido lo impide. La poesía, en cambio, es inseparable de la música, una música interna, inseparable del verso. De la poesía, como de la música misma como arte y hasta de la arquitectura, de cualquier arte, emana el silencio.
L.L El silencio es, tal vez, una forma de secreto y a usted se le ha denominado en numerosas ocasiones “poeta secreto” ¿qué factores han influido en ese secretismo?
C-M Lo de que sea o se suponga que he sido “poeta secreto” se debe a que he vivido la mayor parte del tiempo al margen del mundillo poético, inmerso en la crítica de arte. Siempre he tenido relación con algunos poetas amigos y últimamente me relaciono más con este ámbito. Esto, que por un lado habrá perjudicado la aproximación de mi poesía, por otro lado quizá me ha permitido mantener cierta independencia. En todo caso no he pretendido hacer secreto de nada.
L.L Hablemos ahora del contexto, ¿qué influencia ha tenido la poesía y el arte orientales en su obra?
C-M La poesía oriental, extremoriental, ha sido y es importante para mí por su esencialidad, y me atrae especialmente desde finales de los años sesenta. Por entonces empezaba a practicar un poco el yoga, que intensifiqué a partir de los primero setenta. Y todo era paralelo al interés por el budismo. Y, todo -poesía, pensamiento, entendimiento de la realidad-, me interesaba porque lo veía desnudo, libre de todo lo que sobra: y sobra casi todo.
L.L Respecto de la tradición occidental, ¿cuáles son sus referencias poéticas?
C-M De la poesía occidental me interesan muchos poetas, sean de esta línea de la que hablaba o no. Cuando tenía quince años descubrí esa esencialidad en Juan Ramón Jiménez, que ya no me ha abandonado. Y entonces, y ahora, la encuentro también en la poesía popular española, en San Juan de la Cruz, Fray Luis de León, Bécquer… el primer Guillén, algunos libros argentinos de Alberti… Otros poetas modernos que me han importado y me siguen importando son Verlaine, Rilke -con el tiempo, más aún el de Nuevas poesías que el de Las elegías de Duino y los Requiems-, Eliot -primero por Tierra baldía y luego, sobre todo por los Cuatro cuartetos-, Wallace Stevens, William Carlos Williams, el Pessoa de Alberto Caeiro…
L.L Me gustaría hacer mención de su labor como traductor que le ha llevado a traducir, por ejemplo, a numerosos poetas catalanes, ¿considera la traducción como una forma de creación?
C-M Mi experiencia como traductor de poesía catalana ha sido muy fructífera para mí. Creo que la traducción de poesía es posible. Claro que una poesía de belleza formal sobre todo formal resistirá mal la traducción, pero si hay profundidad, en el contenido poético -no me refiero sólo a ideas-, resistirá el trasvase a otro idioma, El cantar de los cantares nos impresionan en cualquier idioma, al igual que ocurre con el Eliot y el Rilke que citaba, incluso la poesía china o japonesa nos llegan en cierta medida. Claro que se pierden cosas. En mi opinión, el traductor de poesía ha de ser poeta. Puede darse el caso de que lo haga bien una persona que sienta profundamente la poesía y, al igual que en el caso del poeta, conozca bien los dos idiomas. Pero, en general, creo que es preferible que sea un poeta. Que, atención, no haga poesía suya al traducir, porque traicionará el original: tiene que ponerse al servicio del autor original y respetar su espíritu, si no siempre la letra.
L.L Es usted crítico de arte, ¿qué consideración le merece la interdisciplinariedad tan presente y preconizada en el mundo actual?
C-M Creo mucho en la interdisciplinariedad. No debemos dispersarnos demasiado -y yo me he dispersado mucho-, pero la cultura constituye una unidad y creo que, al igual que ocurre en la ciencia, el conocimiento de ámbitos distintos resulta fecundo. La poesía y las artes plásticas han estado siempre muy relacionadas. Recordemos la famosa frase de Horacio: Pictura ut poesis.
L.L Hablando del momento actual, ¿qué papel ocupa la creación poética en estos momentos?
C-M Quiero creer que la poesía ocupa el mismo lugar importante, clave, en la cultura, para la gente culta. Otra cosa es que, en el plano general, no cuente o cuente muy poco. Vivimos en una sociedad movida por el interés por lo inmediato, sobre todo económico, y la poesía no mueve prácticamente nada en este sentido; se contempla el mundo como algo plano, sin profundidad, sin misterio, atentos sólo a lo inmediato, visto de manera rápida y superficial, y no se tiene tiempo, o interés en tenerlo, para la soledad y el recogimiento que es preciso para leer poesía. Ahora, en cuanto a creatividad, creo que hay muchos poetas valiosos. Pero el barullo es considerable y la confusión general alcanza a la poesía, aunque sea por contagio y mimetismo.
L.L Para terminar me gustaría hacerle un par de preguntas sobre su último libro, ¿qué supone El don de la ignorancia en el conjunto de su obra total?
C-M Creo que este libro es probablemente, como conjunto, como tal libro, el más maduro -soy, en general, de maduración lenta-. Es el cuarto de la etapa que se inicia en 1970 con Carta a Li Po, aparecido en 1975. Aunque mantenga, según creo, la orientación a la desnudez y la posible esencialidad de los tres libros anteriores, me atengo más a lo inmediato, como punto de partida de una aventura que no tiene término. Creo que la poesía, partiendo de un punto determinado del espacio y del tiempo, suspende ambos y se sitúa, para decirlo con palabras de Kafka, “en algún otro sitio”. Que es real, más real que la realidad aparente.
L.L. ¿Qué ha supuesto ganar el Premio Nacional de Poesía?
C-M El Premio Nacional de Poesía supone mucho para mí. Cierto reconocimiento que agradezco. Habiendo permanecido en una relativa sombra, por mi intensa dedicación a la crítica de arte, los focos se han centrado en mi poesía de golpe y, al parecer, se ha potenciado una atención que había ido aumentando lentamente en los últimos años. Bienvenido sea.

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